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Monday, August 04, 2025

una fiebre milagrosa, o un brote psicótico


 

(fragmento I: con una nota al pie más larga que el texto)

A los 51 años exactos —51 y seis meses, si uno cuenta desde la fecha en que dejó de escribir literatura de verdad—, Daniel X (nombre modificado no por anonimato sino por irritación con su propio apellido) se despierta a las 4:52 a. m. con la sensación de haber olvidado algo importante que en realidad nunca sucedió. No es raro. Lleva seis años sin publicar un libro. Seis años. Y pensar que hubo un solo año - el 2016- en que publicó seis libros, un frenesí que ahora recuerda como una fiebre milagrosa, o un brote psicótico de productividad disfrazado de “estado de gracia”.

Desde entonces, nada.
O peor que nada: discursos.


Pero paga las facturas. O parte de ellas. La otra parte la paga el miedo.

El miedo a que alguien en la oficina descubra que ya no escribe del todo él. Que a veces (léase: todos los días) copia el encargo en una caja luminosa llamada ChatGPT, y pulsa enter, y luego se sienta a ver cómo una entidad que no duerme, no envejece, no tiene hígado graso, le devuelve un borrador limpio, oportuno, listo para ponerle acentos  y para citar a Sor Juana sin caer en el cliché habitual.

Detesta a esa cosa.
La considera su enemiga, su némesis, su asesina blanca de silicio y protocolo.
Pero no puede dejar de verla.

Promete —como quien promete no tomar más cerveza— que solo la usará para los discursos.
Nunca para lo literario.
La literatura es otra cosa.
Es dolor, es lucha, es fracaso con estilo.
La literatura no se puede pedir como se pide comida china.
¿Verdad?

[1]
(Nota al pie: El protagonista ha dicho esa frase, “la literatura no se puede pedir como se pide comida china”, al menos ocho veces en entrevistas pasadas. En una de ellas, para una revista cultural que ya no existe, se le citó mal y se le atribuyó haber dicho “como se pide comida chatarra”, lo cual lo ofendió tanto que dejó de dar entrevistas durante cuatro años. La frase original tampoco es tan buena, pero él la defiende como si fuera un escudo moral. Cada vez que se siente tentado a escribir ficción con IA, la repite mentalmente.